La representación de los castigos a esclavos negros en Django Unchained


El cine es un transmisor de mensajes a través de imágenes y sonidos[1], cuyas historias representan la realidad, la ficción, los deseos, la crítica o simplemente la visión del director sobre algún tema en específico.

La cinematografía es historia en sí misma, pero también llega a ser un reflejo de la historia que se ha plasmado en cientos de libros y documentos a lo largo de los años. Si bien, los actores y los escenarios en los que se desarrolla el argumento son alterados por el director y el equipo de producción, las películas históricas o inspiradas en un hecho histórico, buscan ilustrar los acontecimientos que ocurrieron en un tiempo y lugar determinados, mostrando al espectador un documento audiovisual, cuya información no podría ser obtenida o asimilada a través de ningún otro medio, ya que

El denominado séptimo arte constituye, sin duda, el mejor instrumento metodológico para denunciar la ignominia de la condición humana en uno de esos episodios tan vergonzosos, como es el de la esclavitud afroamericana, pues así como en la vida real las actitudes racistas de las personas se enjuician con la inteligencia, en el CINE, dichas actitudes conectan con las emociones, lo que permite interiorizar mucho mejor los mensajes que se pretenden trasladar al público sobre las deleznables prácticas de una sociedad basada en las desigualdades, que era capaz de tratar a las personas, no como mano de obra, sino como simples cosas que comprar y vender poseer y utilizar hasta que se “rompieran”[2].

El presente ensayo busca rescatar las representaciones de los esclavos negros en Django Unchained (2012) del director Quentin Tarantino, reflexionar en torno a ellas y a su relevancia para la transmisión de la historia a través del séptimo arte y del tratamiento fílmico propio del director.

Argumento fílmico

Django Unchained nos cuenta precisamente la historia que anuncia el título. Django (Jammie Foxx) es un esclavo negro que ha sido comprado por el Dr. King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que lo necesita para encontrar a unos bandidos, por lo que le promete su libertad a cambio de su ayuda y lo “desencadenará” sin imaginar que establecerían un lazo que los mantendría unidos hasta el final de la película.

El inicio de la historia nos sitúa en Texas y “toma como punto de partida un notable y muy cinematográfico período de la historia norteamericana, el auge de la esclavitud en los estados de la Confederación, en los albores de la Guerra de Secesión”[3]. Es 1858, dos años antes de la guerra, en un sur de los Estados Unidos donde la esclavitud en los campos algodoneros es crudamente visible.

Django es un hombre decidido y hábil que, con la ayuda del Dr. Schultz, llevará a cabo un plan para recuperar a su esposa y estar nuevamente juntos en la libertad y, para ello, tienen que llegar hasta Candyland, una plantación de algodón, propiedad del despiadado Calvin J. Candie (Leonardo DiCaprio), un hombre sin escrúpulos y dueño de un gran número de esclavos negros que reflejan las diferentes categorías en las que servían a su amo.

Tarantino muestra, a través de sus famosos “diálogos dependientes de la cultura pop, de la sonoridad del fuck y su elocuencia pringosa”, un momento de la historia de los Estados Unidos que marcó definitivamente a los distintos estratos sociales del sur de la nación, así como las ideas que enmarcarían un momento clave para el país y el resto del mundo, con atisbos al naciente movimiento del Ku Klux Klan, la economía y el estilo de vida de los americanos de 1858, con la excusa de una historia de amor y venganza por una pareja de justicieros sumamente peculiares, pero excepcionales.

Brevísima reflexión sobre la esclavitud afroamericana

Los libros de historia nos cuentan cómo la esclavitud ha estado presente prácticamente desde que el hombre comenzó a existir. Aristóteles, por ejemplo, decía que “[…] la familia misma, […] para ser completa, debe comprender esclavos y hombres libres”[4]. Es probable que el concepto y las relaciones entre hombres libres y esclavos haya cambiado drásticamente de generación en generación, pero no se puede negar que ha sido una parte fundamental en civilizaciones como la egipcia, la griega o la romana, y ha sido un pilar en las conquistas, como la española en el Nuevo Mundo y, por supuesto, la inglesa sobre los Estados Unidos.

Howard Zinn en La otra historia de los Estados Unidos (desde 1492 hasta hoy) menciona que la esclavitud africana ya tenía aproximadamente 100 años de existencia cuando los primeros europeos llegaron a América, pero fue hasta las primeras décadas del siglo XVII cuando los primeros colonos descubrieron el gran capital que se podía obtener de la agricultura en esas tierras, pero carecían de mano de obra, por lo que recurrieron a la esclavitud, ya que no podían obligar a los indios a trabajar para ellos[5].

La perspectiva de Zinn permite conocer las atrocidades por las que mujeres y hombres negros atravesaron durante los años de esclavitud, descripciones que reflejan la crudeza de la época y una Historia que probablemente no había sido retratada de la misma manera.

Por otro lado, la cinematografía también dice mucho sobre este episodio de la Historia norteamericana. Son pocas las películas que realmente abordan la esclavitud afroamericana, aunque en años recientes ha habido una producción importante de largometrajes de distintos géneros que representan y visibilizan diferentes aspectos y épocas en la que la esclavitud afroamericana era un hecho, algunas de ellas son: Lincoln (2012, Steven Spielberg), 12 Years a Slave (2013, Steve McQueen) y la película que ya cité previamente, Django Unchained.

La cantidad de producciones fílmicas, sobre cualquier tema, refleja directa o indirectamente el pensamiento de los directores oriundos. El ejemplo más claro es el caso de las películas bélicas y cómo la gran mayoría representan el triunfo estadounidense sobre otras naciones, pero en el caso del tema de este ensayo, refleja “lo difícil que debe de resultar que el cine americano entone el mea culpa y decida revisar uno de los momentos más oscuros del país -la esclavitud-“[6].

Los castigos

Django Unchained es una historia peculiar, donde no sólo se aborda una temática poco vista en el séptimo arte, sino que

a su particular manera de cineasta «travieso», que prima la hiperviolencia, el enfatismo operístico y la parodia, el filme del director de Malditos Bastardos (Inglourios Basterds, 2009) también supone un canto a la libertad y un ataque brutal hacia aquellos que ven a las personas como cosas y a las actitudes racistas.

Tarantino se sirve de un episodio ya hiperviolento en sí mismo para crear una historia que explota la naturaleza humana de una época donde los derechos humanos y la libertad eran algo inalcanzable para muchos estratos de la población. A través de diálogos exquisitos y personajes excelentemente construidos, Django Unchained representa una Historia, si bien ficcionada, cruda como la realidad.

Los latigazos son probablemente el castigo más recurrente a los esclavos y los que se ven mayormente representados en la película. En su libro, Zinn plasma lo que los informes judiciales del estado de Virginia ordenaban como castigo cuando esclavos intentaron huir: “la pena para Emanuel el Negro fue que ‘recibiese treinta latigazos y que se le marcase la letra “R” en la mejilla con un hierro, y que trabajase un año o más con grilletes, según mande su amo’”[7].

En esta breve, pero cruel sentencia, vemos tres de los castigos que se muestran ejemplificados en la película. El más representado, como ya mencioné, son los latigazos. Desde el inicio de la historia, Tarantino hace énfasis en las espaldas desnudas de los negros, haciendo hincapié en las cicatrices y en la expresión del Dr. Schultz, quien claramente rechaza la esclavitud. Así, conocemos a Django, un hombre que ha sido castigado y que ha viajado con hombres en su misma condición de esclavitud, cuyas espaldas han sido marcadas en innumerables ocasiones.

Por otro lado está Broomhilda Von Schaft (Kerry Washington), la esposa de Django quien también es esclava. La pareja intentó escapar tiempo atrás, pero fueron atrapados, castigados y separados a partir de este acontecimiento. Un flashback muestra cómo Django imploró para que su esposa no fuera castigada y sus diálogos hacen referencia a las claras divisiones que existían entre los mismos esclavos, ya que ella es una mujer muy hermosa, lo que la convertía en una negra de casa, y el castigo dañaría el “privilegio” de esa posición.

Posteriormente hay una escena en la que Calvin J. Candie hace referencia a las cicatrices de Broomhilda, mofándose de la belleza de las líneas en su espalda, sin mostrar ningún remordimiento y jactándose como si de un triunfo se tratara frente a los invitados en la cena.

Los latigazos no sólo reflejan los castigos y el sufrimiento por el que los esclavos tenían que atravesar, sino  también reflejan cómo los blancos pensaban y actuaban ante esta tortura. Un último ejemplo, respecto a los latigazos, es cuando se le va a castigar a una joven esclava por romper un par de huevos, ella es atada a un árbol, a pesar de que es muy pequeña y su fuerza es claramente menor a la de los hombres blancos que la castigarán. El hombre con el látigo habla de lo misericordioso que es el acto que está a punto de cometer y, con páginas de la biblia pegadas a su cuerpo, representa el perfil del blanco que creía que hacía esas atrocidades en nombre de Dios.

Otro de los castigos mencionados por Zinn es la marca de una “R” en el rostro, misma que se ve representada en la película. Al intentar huir, la pareja fue atrapada y uno de los castigos fue la marca de esa letra en su mejilla, esto con el fin de que cualquiera pudiera verla y saber que se trataban de negros rebeldes y fugitivos, lo que inmediatamente disminuía su valor en el mercado y disminuía su calidad de vida.

El último castigo mencionado en el ejemplo citado de Zinn está el uso de los grilletes. Éstos se ven desde el inicio de la película, cuando Django es transportado por esclavistas con un grupo de hombres negros unidos por los grilletes. Si bien éstos son utilizados para evitar que los esclavos escapen, el plano detalle de Tarantino muestra claramente la tortura de utilizarlos, no sólo era el castigo de estar encadenado a otro y caminar descalzo por largas distancias, sino que el metal lastimaba tanto la piel que las heridas eran prácticamente imposibles de evitar.

Finalmente, Tarantino muestra dos castigos que más que representar una Historia veraz, reflejan los ideales de la época y el perfil de los hombres blancos despiadados ante la esclavitud. El primero de ellos es la condena a muerte de un esclavo negro que se niega a seguir participando en las peleas de mandingos[8], por lo que su amo, Calvin J. Candie, le dice que puede al menos darle  una última pelea, aunque sepa con seguridad que la va a perder. Una serie de diálogos entre Calvin, el esclavo y Django concluyen con la muerte hiperviolenta del esclavo al ser devorado vivo por perros rabiosos. Esta escena muestra cómo los blancos disfrutan del espectáculo y las insensibles decisiones de un amo hacia un esclavo “inútil”.

Por último, Tarantino nos muestra una caja de metal en la que se ha confinado a Broomhilda luego de que intentara escapar nuevamente. Es un espacio de apenas 50 cm por 2 m de largo aproximadamente, en el que el cuerpo desnudo de la mujer esclava era encerrado las 24 horas del día, bajo los rayos del sol que convertían el recipiente en un horno. Esto refleja las medidas inhumanas a las que los esclavos eran sometidos en caso de desobedecer o por intentar conseguir su libertad de manera desesperada.

Conclusión

El trabajo del director Quentin Tarantino es mundialmente reconocido por su peculiar estilo, obras que reflejan su cosmovisión, con temáticas en las que la hiperviolencia puede ser un mero capricho, pero que hacen de sus películas un coctel de música, fotografía, humor negro y chorros de sangre que salpican hasta el más mínimo detalle.

Django Unchained refleja todo lo que Tarantino es, pero no deja de ser una obra trascendente para la historia del cine y para el cine histórico. Si bien es una ficción y muchos de los hechos, personajes o conceptos son anacrónicos, representa un episodio casi ignorado por los cineastas norteamericanos.

Quizá la manera en la que el director presenta esta temática no sea la más adecuada, vista desde una perspectiva científica, pero el humor negro, el entretenimiento, la sátira, la exageración y cualquier detalle de esta obra, hacen que un mensaje tan poderoso, como lo es la esclavitud afroamericana, llegue a un inmenso público y abra las puertas a análisis como el que acabo de realizar.

Las representaciones de los castigos a esclavos negros en Django Unchained, como lo comprobé, pueden verse de una manera objetiva y quedarán plasmadas en el documento audiovisual para el futuro, mismo que otorgará las visiones no sólo del hecho histórico, sino de los tratamientos que se le dieron posteriormente, el contexto del director, Tarantino en este caso, y el de la sociedad en la que estaban envueltos al producir la película.

Referencias

Aristóteles, Política. Libro primero, capítulo II, “De la esclavitud”, recuperado de www.filosofia.org/cla/ari/azc03021.htm

Moral, Javier, “Del ‘fuck’ al ‘nigga’”, El espectador imaginario, N° 39 – Febrero 2013, recuperado de www.elespectadorimaginario.com/django-desencadenado

Moretti Prudente, Neemias, Historia de la esclavitud en EE.UU. Su reflejo en el cine, 9 de septiembre de 2014, recuperado de http://infodireito.blogspot.com/2014/09/historia-de-la-esclavitud-en-eeuu-su.html

Tarantino, Quentin, Django Unchained, Estados Unidos, 2012, 170 min.

Zinn, Howard, La otra historia de los Estados Unidos (desde 1492 hasta hoy), México, Siglo Veintiuno Editores, 1999, pp. 28-30.


[1] Partiendo de una realidad actual en la que la gran mayoría de las películas cuentan con estas características básicas.

[2] Neemias Moretti Prudente, Historia de la esclavitud en EE.UU. Su reflejo en el cine, 9 de septiembre de 2014, recuperado de http://infodireito.blogspot.com/2014/09/historia-de-la-esclavitud-en-eeuu-su.html

[3] Javier Moral, “Del ‘fuck’ al ‘nigga’”, El espectador imaginario, N° 39 – Febrero 2013, recuperado de www.elespectadorimaginario.com/django-desencadenado

[4] Aristóteles, Política. Libro primero, capítulo II, “De la esclavitud”, recuperado de www.filosofia.org/cla/ari/azc03021.htm

[5] Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos (desde 1492 hasta hoy), México, Siglo Veintiuno Editores, 1999, pp. 28-30.

[6] Moretti Prudente, Op. Cit.

[7] Zinn, Op. Cit., p. 31.

[8] Tarantino crea este episodio de la Historia inspirado en otra película y lo muestra como algo que realmente pasó, pero no hay registro alguno de que las peleas de mandingos hayan existido en la historia norteamericana.

Etiquetas: , ,

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *