Determinismo Tecnológico: La creación y recepción del cine a partir de la tecnología
“La piedra angular de una civilización
no es el lenguaje, es su ciencia”
Arrival
La tecnología se ha inventado, ha ido apareciendo y se ha ido transformando a lo largo de los años, marcando etapas sumamente importantes y trascendentales en la historia de la humanidad, su naturaleza suscita a pensar en una evolución constante con miras hacia la innovación y no a quedarse en lo obsoleto, aun así las invenciones y los descubrimientos que se han generado prácticamente desde la aparición del homo sapiens perduran de maneras cruciales en la vida diaria de la sociedad actual: el fuego, las herramientas ‘simples’, la electricidad, la imprenta, el internet, etc. Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr. argumentan que:
Lo que distingue nuestra época de la pasada es, ante todo, nuestro tardío reconocimiento del significado de la tecnología en las cuestiones humanas; en segundo lugar, el ritmo acelerado del desarrollo tecnológico que forma parte de nuestra vida cotidiana en una medida siempre creciente; y en tercer lugar, la comprensión de que la tecnología no es simplemente un factor local o limitado, sino que abarca a todos los hombres en todas partes y está relacionada íntimamente con casi todas las actitudes humanas.[1]
Entonces, estos argumentos plasman una dicotomía de pensamiento en torno a la tecnología, porque por un lado el hombre moderno prácticamente no podría vivir o desarrollarse de forma óptima sin los avances científico-tecnológicos a los que ha llegado y con los que se ha desenvuelto desde su nacimiento, pero por otro lado no es lo suficientemente consciente de ello para otorgarle la importancia que merece, ha dado por sentado que lo que conoce simplemente ha estado y está ahí y no se ha preocupado lo bastante por pensar en los procesos históricos que han afectado y afectan la existencia de la ciencia y la tecnología en el pasado y en la actualidad.
Hablar de historia de la tecnología puede sugerir, en un primer momento, una falta de fuentes, de información o simplemente de temas que puedan cubrir este nicho de conocimiento, pero lo cierto es que la riqueza de esta rama de la Historia es inconmensurable y ya muchos historiadores han hecho su labor para legitimarla desde muchas áreas y no únicamente desde los temas más “puros” que la disciplina ofrece, sino que la multidisciplinariedad con la que nos permite trabajar la Historia a los que la construimos, nos posibilita ver diversas áreas del saber con ojos distintos.
Por otro lado, en la misma sintonía, la historia del cine nos permite ese raudal de posibilidades para abordarla, no únicamente desde un internalismo fílmico, sino que existen infinidad de elementos y características que permiten que una película, un documental o un cortometraje pueda llegar al espectador, y uno de esos fundamentos es, por obvias razones la tecnología. Así, pensar en cine nos puede trasladar a terrenos poco conocidos o estudiados y hacernos la pregunta que Teresa Carvajal J. problematizó alguna vez: “¿Y por qué no, el cine también?”,[2] tomando en cuenta que:
El cine es en primer lugar un sitio, donde, en segundo lugar, se muestran películas para unos espectadores, que están colocados, en tercer lugar, de una manera específica respecto a la imagen móvil, proyectada en la pantalla mediante un aparato técnico.[3]
Esta investigación parte de la inquietud de estudiar la historia de la tecnología y la historia del cine a partir del determinismo tecnológico, con el objetivo de abordar, tejer y fundir ambas disciplinas y demostrar la profusión que ofrecen a los historiadores actuales y las oportunidades que los nuevos paradigmas que las ciencias sociales ponen sobre la mesa de la investigación, buscando confirmar que ha habido un crecimiento exponencial de esta rama de la Historia y hacer una aportación en ella.
Determinismo Tecnológico: un acercamiento conceptual
Reflexionar o dialogar de tecnología en el siglo XXI es como hablar del aire que respiramos, tan conocida y habitual para las generaciones contemporáneas, como esencial para nuestro desarrollo y entendimiento de cientos de contextos y del día al día mismo. Hoy nos parece tan común que alguien posea un Smartphone con una cámara de X cantidad de megapíxeles o que la información que enviamos a través de las mensajerías instantáneas lleguen a nuestro destinatario en cuestión de un segundo, que es probable que más de alguno no piense en los años de trabajo, esfuerzo y dedicación que cientos de hombres han dedicado al diseño, desarrollo, invención, creación y/o descubrimiento de todos los avances con los que contamos en la actualidad y, por otro lado, existe la misma posibilidad de que la consciencia de lo que podemos llegar a hacer con la tecnología o con un dispositivo como el antes mencionado sea prácticamente nula. Si bien “una variedad de consideraciones sociales, políticas y económicas [si no es que más] dan forma al desarrollo tecnológico”,[4] en esta investigación no abordaremos estos aspectos con especial detenimiento, sino el concepto que se enunció desde el título y, para ello, es fundamental realizar una aproximación a lo que se ha escrito sobre el determinismo tecnológico para dejar en claro a lo que nos referimos con este concepto en general.
Gabriel Pérez Salazar, a partir de una síntesis y reflexión de las ideas de otros autores, menciona que el determinismo tecnológico es la creencia de “que la tecnología es capaz, prácticamente por sí misma, de incidir de manera directa y positiva en el desarrollo social y económico de un contexto particular”.[5] Autores como Mattelart y Álvaro Zamora hablan de que los avances tecnológicos en la era moderna han contribuido con la idea de que la humanidad ha conquistado el tiempo y el espacio gracias a los avances de la ciencia y la tecnología, que han creado la idea de progreso del mundo[6] y que “no se puede entender al hombre contemporáneo sin sus acciones, su industria química, máquinas de guerra, ciudades, sistemas de información y de mercado”.[7]
Como concepto utilizado en la Historia y por los historiadores, el determinismo tecnológico “se entiende principalmente como la tesis que sostiene que la tecnología determina (o influye de forma decisiva en) el curso de la historia”,[8] pero es fundamental tener en cuenta el elemento más importante dentro de estas construcciones conceptuales y sociales, que es el individuo mismo, ya que éste “es una pieza más del engranaje”[9] que hace que las tecnologías o los productos tecnológicos actúen, de cierta manera, bidireccionalmente, ya que “están construidas socialmente en el sentido de que los grupos de consumidores, los intereses políticos y otros similares desempeñan un papel para determinar la forma final que tomó la tecnología.”[10] Asimismo, la novedad es algo que las sociedades han buscado para su desarrollo, aunada a la idea de progreso, porque su orientación dominante (al menos en el occidente) se mueve hacia adelante y hacia arriba, en dirección a un futuro mejor.[11]
Teniendo esto en mente, en esta investigación pensamos al determinismo tecnológico como una correlación tecnología-sociedad, en la que, siendo la segunda la que crea, inventa y/o descubre a la primera, será la tecnología la que determinará el devenir de la sociedad en múltiples maneras: histórico, político, cultural, económico, etc. Específicamente nos centraremos en el determinismo tecnológico cinematográfico que ha afectado tanto en la creación como en la recepción del séptimo arte desde su nacimiento, un desarrollo que nos puede llevar a pensar en la analogía de que:
Hay algo en la propia naturaleza de la tecnología que la hace ingobernable una vez alcanzado cierto nivel de desarrollo o cierta forma concreta. Como el monstruo creado por el doctor Frankenstein, una vez que está en el mundo, se rebela ante cualquier intento de sumisión y exige incluso obediencia a su creador.[13]
De cómo la tecnología concibió el séptimo arte
El séptimo arte, como lo conocemos hoy en día y como ha sido asimilado y contemplado por generaciones a lo largo del último siglo, ha cambiado radicalmente tanto en forma como en formato. Es realmente interesante saber que uno de los sistemas de comunicación y entretenimiento más importantes de la historia inició casi por accidente. Han existido dudas y conflictos en lo que respecta a su invención, su “realización sería acometida primero por Thomas Edison en los EEUU y también por los hermanos Skladanowsky en Berlín, por Robert William Paul en Inglaterra, mientras que el mayor éxito lo obtendrían los hermanos Lumière en Francia”.[14] Es sumamente atrayente saber que el gran descubrimiento de los franceses no ocurrió con la intención con la que se utiliza:
Los hermanos Lumière de Lyon habían ido a París para mostrar el 28 de diciembre de 1895 la aplicación del cinématographe Lumière producido en su fábrica, en el “salón indio” del Grand Café del Boulevard des Capucines. Esperaban una aplicación científica de su invento; no se atrevían a pensar en el principio de una industria del ocio.[15]
Pronto el cinematógrafo, como la novedad que representaba, se popularizó a nivel mundial y los hermanos vieron en su invento una oportunidad no sólo económica, sino una capaz de recrear imágenes en movimiento que fascinaban y sorprendían a los hombres y mujeres de su época, que se convertiría años más tarde en una de las industrias más exitosas del siglo XX y lo que va del siglo XXI, donde los inversionistas apostaron por la innovación que el aparato ofrecía y se enfrentaron a nuevos retos que el cambio de paradigmas traía consigo, y que en prácticamente cualquier punto del planeta[16] donde hubiera un cinematógrafo, las salas repletas atestiguaban la creciente popularidad del nuevo espectáculo y con ello se legitimaba que el espectador de cine se había convertido en un indiscutible protagonista de la Edad Contemporánea,[17] pero esas mismas salas y carpas representaban ideas distintas a lo que se conoce actualmente, ya que en un inicio, en la época del cine silente, se llevaba a cabo una ceremonia muy particular:
Delante de la pantalla estaban apostados un pianista o toda una orquesta, los acomodadores y acomodadoras tenían una importante función ordenadora y caballeros con pechera almidonada y damas en traje de gala (con sombreros a veces gigantescos) iban ocupando sus asientos en la sala. La postura de las personas en el cine se ha ido transformando a lo largo del tiempo: es típica de la época actual la “relajación de la postura corporal (cuántos espectadores y espectadoras no se repantigan en su butaca como si fuera una cama, con los abrigos o los pies echados sobre la fila delantera)”.[18]
Luego del estreno de El cantante de Jazz (Alan Crosland, 1927)[19] la primera revolución del cine tomó lugar, donde el sonido comenzó a tomar protagonismo en la producción de películas y que vino a modificar muchos de los paradigmas que ya se habían implantado en la cosmovisión de las sociedades creadoras y consumidoras de cine, ya que “la película sonora planteaba más bien exigencias prácticas a la estructura acústica de la sala de espectadores, mientras que en el cine mudo la sala se escenificaba como un espectáculo adicional arquitectónico y teatral”,[20] lo que nos lleva a constatar el determinismo tecnológico que venimos planteando, en donde la aparición del sonido modificaría tanto los espacios, como la creación y producción de una película, hasta la recepción del espectador mismo.
La técnica y la tecnología son dos conceptos que los historiadores de la tecnología han puesto en discusión en muchas ocasiones, tratando de esclarecer sus diferencias y así poder abordar los términos y las investigaciones de la mejor manera. En el caso del cine y continuando con la implementación del sonido a las películas, se puede ver claramente cómo se abrió un panorama inmenso de posibilidades, tanto creativas como tecnológicas. Uno de los géneros que se reinventó y se enriqueció con el sonido fue, por mencionar un ejemplo, el cine de horror, donde la Universal puso “a chirriar las puertas con toda la inquietud que dicho sonido sugiere”,[21] descubriendo así uno de los elementos más poderosos del género hasta la actualidad, recurso auditivo que hace saltar a más de uno de su asiento, “la esencia del terror mismo”.[22] El cine de horror plasma entonces esa diferenciación de los conceptos técnica y tecnología, donde la tecnología se incorporó a las herramientas que se tenían para la filmación y proyección de productos audiovisuales y donde la técnica se plasmó como uno de los recursos narrativos que caracterizarían a esta categoría fílmica con el objetivo de infundir miedo al espectador por medio de una serie de sonidos estratégicos y métodos auditivos exclusivos del horror.
Retomando un poco las salas de cine, podemos encontrar elementos ajenos a la cinematografía que han determinado una serie de conductas de la sociedad, e incluso la producción fílmica de determinados productos audiovisuales en función de ella. El término blockbuster se ha utilizado se múltiples formas en la comunidad cinéfila, pero es probable que la mayoría consideren blockbuster a las películas de grandes producciones económicas que son estrenadas en verano o en épocas específicas del año con el fin de recaudar las mayores ganancias posibles, lo cierto es que existe un antecedente muy peculiar al que nos podemos remontar para intentar explicar este concepto y es que “fue en 1925 que el aire acondicionado se introdujo en un cine: el Rivoli Theater, en Times Square. A partir de ese momento, el theater norteamericano se convirtió paulatinamente en refugio”,[23] un sitio en donde “se puede intentar huir del calor”[24] y que ha sido incluso material para las historias de las películas, como lo describe el narrador de A dama do cine Shanghai (Guilherme de Almeida Prado, 1988):
Era una de aquellas agobiantes y bochornosas noches de verano, en las que el calor te vuelve casi incapaz de moverte y para huir de esta situación, se te ocurre ir al cine. No para ver una determinada película, no, sino para entregarte durante dos horas al placer de que el aire agradablemente fresco te abanique el cuerpo […][25]
Vemos entonces que la relación cine-tecnología incluso va más allá de los elementos básicos que ésta pueda suponer, ya que las películas no sólo han dependido de su contenido narrativo o de los sitios en los que las han recibido, sino que incluso han salido de la sala del cine para acompañar al espectador en su travesía común de la vida, colándose en los vagones del metro o en cualquier medio de transporte moderno que recorra largos trayectos,[26] no sólo para hacer del tiempo y la distancias algo más llevadero, sino demostrando su capacidad de adaptación y versatilidad que ha desarrollado a lo largo de los años.
Conclusiones
La historia de la tecnología y el determinismo tecnológico específicamente, dan cuenta al desarrollo de las sociedades a lo largo de las décadas y desde diferentes perspectivas. El cine, como medio de entretenimiento, sistema de comunicación, industria, etc., nació de un invento que buscaba una aplicación científica, pero que se fue y se sigue transformando debido a los avances tecnológicos y a los intereses de los individuos involucrados en su existencia, evidenciando cómo “la tecnología […] abre nuevas vetas en la exploración cinéfila: así como construimos submarinos para internarnos en las profundidades del mar, usamos ahora refinado software para internarnos en lo más recóndito del cine”[27] y “que los artefactos mismos contienen a la sociedad inmersa en ellos”.[28]
Los creadores de cine, que van desde directores, guionistas, productores, maquillistas, etc., buscan crear historias, entre otras razones, innovadoras, que cautiven al espectador contemporáneo, no sólo en vistas de un consumismo económico, sino para hacerlo partícipe de una de las más importantes tecnologías del último siglo, en “un mundo donde las máquinas y la gente se encuentran en una interacción más estrecha”,[29] donde esas máquinas determinan en muchos sentidos, la manera en la que los individuos recibirán y asimilarán el séptimo arte y todas las construcciones socioculturales relacionadas con él.
Pensar en el nexo cine-tecnología podría llevarnos por una infinidad de rutas para su abordaje e investigación científica, en las que se pueden “englobar la irracionalidad de lo lúdico y fantástico, la racionalidad de lo científico, el materialismo de lo económico y la diversidad de lo social y cultural”,[30] pero pretendemos que este breve ensayo sea la chispa que encienda la curiosidad del lector y que lo incite no sólo a investigar más sobre el tema, sino que encuentre nuevos problemas de investigación y genere nuevas preguntas para la contribución bidireccional de la historia del cine y la historia de la tecnología.
Referencias
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Zamora, Álvaro. “¿Empieza el hombre con la técnica?”, en Tras el término tecnología y otros ensayos, compilado por Edgar Roy Ramírez B., 16-17. Costa Rica: Editorial Tecnológica de Costa Rica, 1999.
[1] Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr., “La importancia de la tecnología en las cuestiones humanas”, en Historia de la tecnología. La técnica en occidente de la prehistoria a 1900, coordinado por Melvin Kranzberg y Carroll W. Pursell, Jr., (Barcelona: Editorial Gustavo Gili, 1980), 12.
[2] Teresa Carvajal J., “¿Y por qué no, el cine también?”, en Memoria del primer Congreso Mexicano de Historia de la Ciencia y de la Tecnología, (México: Sociedad Mexicana de Historia de la Ciencia y la Tecnología, 1989), 798.
[3] Anne Paech y Joachim Paech, Gente en el cine (Madrid: Cátedra, 2002), 10.
[4] Trevor Pinch, “La construcción social de la tecnología: una revisión”, en Innovación tecnológica y procesos culturales, coord. por María Josefa Santos y Rodrigo Díaz Cruz (México: FCR, 2015), 25.
[5] Gabriel Pérez Salazar, “El determinismo tecnológico: una política de Estado”, Revista Digital Universitaria 7, n° 10 (2016), http://www.revista.unam.mx/vol.7/num10/art87/oct_art87.pdf, 3.
[6] Pérez, “El determinismo…”
[7] Álvaro Zamora, “¿Empieza el hombre con la técnica?”, en Tras el término tecnología y otros ensayos, comp. Por Edgar Roy Ramírez B. (Costa Rica: Editorial Tecnológica de Costa Rica, 1999), 16.
[8] Antonio Diéguez, “El determinismo tecnológico: indicaciones para su interpretación”, Argumentos de Razón Técnica, n°8 (2005): 70, http://institucional.us.es/revistas/argumentos/8/art_4.pdf.
[9] Diéguez, “El determinismo…”, 73.
[10] Pinch, “La construcción social…”, 21.
[11] George Basalla, La evolución de la tecnología (México: Crítica, 1991), 163.
[12] Diego Sebastián Aguiar, “Determinismo tecnológico versus determinismo social: Aportes metodológicos y teóricos de la filosofía, la historia, la economía y la sociología de la tecnología” (Tesis de licenciatura, Universidad Nacional de la Plata, 2002), http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.619/te.619.pdf, 34.
[13] Diéguez, “El determinismo…”, 74.
[14] Paech, Gente en el cine…, 17.
[15] Paech, Gente en el cine…, 19.
[16] Trasladándonos al contexto nacional, el caso mexicano tecnológico-cinematográfico también dio importantes aportaciones para la historia, aunque estas pueden no encajar exactamente o completamente en el determinismo tecnológico al que nos referimos en esta investigación, creemos importante mencionarlas.
En 1923, Ramón Alva que era el encargado del taller mecánico del Observatorio Nacional, diseñó y fabricó el cuerpo de una cámara cinematográfica para registrar el eclipse total se sol que ocurrió el 11 de septiembre de ese año que se conservan aún.
En 1930 se construyó un proyector para 35mm, partiendo de una “linterna mágica”. En 1940 se adaptó un proyector no profesional utilizando un reflector de teatro como lámpara; de esta manera se facilitaba el transporte del aparato y se reducía el costo en el trabajo de exhibición. Un caso más reciente es el de la máquina que para hacer amplificación por óptica (Blow up) diseñó y fabricó para la Filmoteca en 1979, el egresado de la ESIME y del CUEC, Arturo de la Rosa. Dicho aparato funciona a partir de un proyector Pathe y traslada la imagen, cuadro por cuadro, de una película de 9.5 a 35 milímetros, el proceso que realiza es fundamental para poder ver a la velocidad [actual] de 24 cuadros por segundo, películas filmadas a 16 cuadros por segundo. En otros campos del cine también han existido aportaciones mexicanas, como la máquina para registrar sonido, diseñada por Roberto y Joselito Rodríguez en 1929, que se utilizó para la filmación de la primera película sonora de nuestro país, en 1931; o el sistema de subtitulaje creado en los años treinta por Fernando de Fuentes.
Carvajal, “¿Y por qué no…”, 799.
[17] José Vidal Pelaz y José Carlos Rueda (eds.), Ver cine. Los públicos cinematográficos en el siglo XX (España: Rialp, 2002), 10.
[18] Paech, Gente en el cine…, 15.
[19] Considerada como la primera película sonora.
[20] Paech, Gente en el cine…, 11.
[21] Javier Memba, El cine de terror de la Universal (Madrid: T&B Editores, 2006), 21.
[22] Memba, El cine de terror…
[23] Luis Reséndiz, Cinécdoque (México: Dharma Books, 2017), 54.
[24] Paech, Gente en el cine…, 374.
[25] Paech, Gente en el cine…, 373.
[26] Paech, Gente en el cine…, 41.
[27] Reséndiz, Cinécdoque, 15.
[28] Pinch, “La construcción social…”
[29] Pinch, “La construcción social…”, 36.
[30] Basalla, La evolución…, 166.
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