Perfume de violetas, nadie te oye de Maryse Sistach


Contexto económico, social, educativo

Perfume de violetas, nadie te oye se lleva a cabo en lugares cotidianos que permiten conocer la verdadera naturaleza de los personajes. La escuela, la calle y el hogar de las protagonistas son los principales escenarios en los que se desarrolla la historia, lo que “ofrece una visión del perfil socio-económico de la juventud mexicana en un barrio marginal de Ciudad de México, que se ejemplifica en un futuro incierto, familias disfuncionales, desempleo, drogas e indiferencia en el ámbito familiar e institucional”[1].

Luego de conocerse, Miriam y Yéssica caminan juntas de regreso a sus respectivas casas y, gracias a ello, vemos unas calles llenas de baches y con grafiti, aspectos que pueden estar ligados directamente con problemas socioeconómicos, como la falta de presupuesto gubernamental, poca atención por parte de las autoridades, falta de conciencia ciudadana e incluso actitudes delictivas.

Al arribar a la casa de Miriam no se obtiene mucha información sobre ella o su contexto, pero más adelante se descubrirá que es hija única y que sus necesidades básicas están completamente cubiertas, a tal grado de considerar el lujo de adquirir una nueva televisión. Por otro lado, Yéssica es la segunda de cuatro hermanos, dos de los cuales son muy pequeños, a los que tiene que cuidar y con los que tiene que compartir lo poco que tiene, además de que su relación familiar parece ser completamente tóxica, ya que su madre prefiere estar con un hombre que no es el padre de Yéssica y que permite que el hijo de ese hombre le falte el respeto a prácticamente todos en el hogar.

Fracturación de los estereotipos femeninos

Las figuras femeninas están representadas a partir de un modelo patriarcal, es decir, hay mujeres sumisas, que se callan y que dejan que los hombres abusen de ellas, por miedo o por intentar conseguir alguna clase de beneficio por parte de ellos, sin embargo, esta representación cruda y gráfica es lo que fractura los estereotipos femeninos, ya que, “dada la realidad de un elevado número de violaciones en México, puede afirmarse que un buen grupo de mujeres puede verse reflejado e identificado en esta imagen especular que es la película”[2].

La escena de la violación de Yéssica es, por muchos motivos, desgarradora. No sólo es la representación de la violación de una adolescente de apenas 15 años, sino que es la venta del cuerpo de una mujer por parte del que podría ser su hermano a un hombre grotesco, sólo por conseguir $500 pesos para comprar un par de tenis.

Creo que Sistach realiza esta escena para crear conciencia en una sociedad en donde todos están callados, víctimas, victimarios, cómplices, espectadores o todos aquellos que prefieren no poner atención e ignorar la crudeza de la vida real en México.

Recursos narrativos y estéticos que dominan

Uno de los recursos que más se repiten a lo largo de la película, comenzando por el título, es el perfume. Yéssica se siente fuertemente atraída por el aroma de los perfumes y encuentra en él un confort que nada ni nadie más le da.

Desde que Yéssica conoce a Miriam se establece una relación que comienza a partir de que Yéssica huele el cabello de la que será su amiga y le dice que “huele bien bonito”. Desde este momento “se establece una distribución binaria de situaciones positivas versus unas negativas según el olor”[3], por un lado Yéssica se sentirá de cierta forma feliz, aliviada o relajada siempre y cuando huela bien, mientras que los malos olores son asociados con malas experiencias, como lo es su violación y cuando tiene una mancha de sangre en su falda y sus compañeras se quejan del “olor a pescado”.

La desesperación de Yéssica por el perfume de violetas la lleva a cometer un robo, a costa de perder a su única amiga, todo por sentir y percibir el bienestar que le otorga la fragancia de violetas en su cuerpo.

Referencias

Perfume de violetas, nadie te oye (México, 2001, 90 min.), de Maryse Sistach.

Boris Tarré, Marta,  Construcción de Género en Perfume de Violetas, Nadie te Oye (2001), de Maryse Sistach, El ojo que piensa. Revista de cine iberoamericano, año 4, núm.8


[1] Marta Boris Tarré, Construcción de Género en Perfume de Violetas, Nadie te Oye (2001), de Maryse Sistach, El ojo que piensa. Revista de cine iberoamericano, año 4, núm.8, p. 3.

[2] Ibíd., p. 5

[3] Ibíd., p. 14.

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